lunes, 11 de abril de 2011

NOCTURNO DE LA SOMBRAS

Espejos ensombrecidos
vuelcan la noche en la mesa,
dibujan una mueca 
y dejan un gesto de impotencia 
en las manos.

La soledad es un ángel caído,
un gélido rincón del espíritu 
para llegar  a la noche y al olvido.

Es estar con todo 
pero menos conmigo.
Es un hueco sin aire, 
un agujero sin salida,
un pozo hondo y seco,
un espejo sin cara,
un deseo frustrado 
que quemo sus alas,
un desierto sin orillas,
un horno de cenizas, 
donde quedo una huella de amor,
un mundo sin imagen,
una sequedad sin labios,
un remanso de luz 
que aborto la ausencia,
un oasis de sangre y silencio,
que quemo su destino inexorable, 
un estrujado yunque del alma,
un sigilo de amargura 
que reventó el cristal de lágrimas,
algún rincón de la espera
que encontró mi poesía 
para gustar del sueño
y la vida.



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