domingo, 17 de abril de 2011

En un pequeño paréntesis de la noche,
arrastrando los vientos 
del otro lado la vida, 
en los más profundo delos silencios
con el corazón desnudo 
entre nudos de sombras.
Machando las horas 
entre los libros, me digo,
_¡Qué mendiga se vuelve el alma,
cuando escasean las ilusiones!...

En esta madrugada hendida de gloria,
falto de sueño,
busco el rostro de mi destino 
y vuelvo a la existencia absurda 
de unos péndulos ensordecidos.

Son las cuatro de la mañana.
La muerte anda de tregua,
haciendo huecos al destino.
La casa está deshabitada,
una puerta se abre y se cierra 
como anquilosada pausa del abismo.

A lo lejos 
un eco se desvincula 
de la raíz del grito.
El dolor ya no tiene más distancia
que la locura .

Vivir a pendulazos  
es ir haciendo huecos al delirio.
La vida es una expresión efímera,
un paréntesis en la eternidad,
una crisálida que va adoptando 
la forma invisible del tiempo,
abriendo un misterio en la entrada de la noche
y cerrándolo en la salida...


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